RATONEANDO - Main Blog
Monday, October 31, 2005
Noche de brujas
Este año por motivos de fuerza mayor olvidé comprar el par de bolsas de dulces para los niños que pasan con sus disfraces. Me encanta Halloween.

Soy super ignorante en cuanto a los motivos de la fecha, su origen real y todas esas cosas que tienen sus 5 minutos de fama en esta época del año, gracias a las típicas discusiones de fans y detractores.

Sólo sé que me encanta la fecha porque le brinda una oportunidad a los niños de pasarlo bien, de compartir con sus amigos, vecinos y familiares, e incluso los más viejos lo disfrutamos viendo el montón de caritas ansiosas por golosinas detrás de sus disfraces.

No entiendo cómo hay gente que puede ver maldad en estas actividades. Algunos casi lo tildan de satanismo porque ser “la festividad de los muertos”. Otros lo ven como un invento del comercio para llenarse los bolsillos con una nueva festividad. Y por supuesto los típicos pseudoantiimperialistas que claman con horror la supuesta invasión de la que somos objeto por parte del “sistema gringo”… no comments, ja.

A pasarla bien y dulce o travesura!
 
posted by C. at 7:46 PM | Permalink | 2 comments | |
Saturday, October 22, 2005
Montón de Snobs
Hace un tiempo atrás crucé a mi guapo semental –cof cof- con la perrita de unos conocidos. Tuvieron hermosos perritos, que por supuesto serían vendidos a un precio justo.

El que me correspondía le interesó a un amigo, que me prometió “el oro y el moro” por él, pero al momento de los “qui-hubo” quería llevarse al cachorro pagándolo a mil años en cómodas cuotas de “meloscagodeapoco”. Así que diplomáticamente lo mandé a la xuxa, y puse al perrito en venta en un par de páginas en Internet.

Me llamó una persona a la hora que me pareció bien, y se lo llevó.

Pero a pesar de que he pedido que borren el aviso porque ya no corre, sigue en línea y me ha llamado un montón de gente más. Incluso algunos dijeron querer esperar los cachorros de la próxima camada, ya pasado el verano (…si-es-que-no-son-para-después, glup!). Todo bien hasta acá.

Lo que me saca de mis casillas es la cantidad de personillas snob que me han contactado, exigiendo que el perrito fuera inscrito, y casi amenazando prepotentemente con no comprarlo si no era así, jurando que lo único que me interesa es tener los morlacos en la mano.

Esa necesidad de tener una mascota “inscrita”, “tatuada”, con “pedigree”, “hija de champions”, para que le dé status al dueño en este boom de mascotas, me irrita sobremanera. Sobre todo al percatarme, después de un par de preguntas básicas a cada sujeto que llamaba, que muchos jamás habían tenido perros, que muy pocos se daban cuenta de los gastos posteriores ¡a la compra misma!, y que de cuidados no tenían idea ni querían aprender. Sólo querían al perro de “la granja” –Uno de los realities picantes del canal del angelito- o al perro de la propaganda de alimentos, bien barato pero pituco para mostrarlo a los amigos, y que por supuesto les llenara los bolsillos con las futuras cruzas.

Daría mi mano derecha apostando que ninguna de esta gente iba a competir con los perros, exponerlos, ni a dedicarse a tener un criadero en regla. Mucho menos para usarlos en aquellas tareas para las que la raza misma fue creada. ¿Para qué tanta parafernalia entonces?

Así como va la cosa, me sería mucho más fácil coimear a algún encargado del dichoso Kennel –que a veces me huele más a mafia que a certificación verdadera-, como muchos hacen habitualmente y cobrar carísimo por cada perrito a estos huevones que llaman como malos de la cabeza. De paso me llenaría facilito los bolsillos con los linajes de fantasía de los cachorros. Lo único que me detiene es que de verdad quiero mejorar la raza con cruzas sólidas que den buenos ejemplares, y una ética –aún no veterinaria, pero por lo menos ética personal-.

El que no entienda que un perro es un compañero inigualablemente leal, del que debemos preocuparnos como nos preocuparíamos de un niño, aunque sea “quiltro” o “tatuado”, que no me llame. Botaría su tiempo y la plata de la llamada.

 
posted by C. at 5:49 PM | Permalink | 1 comments | |
Still alive
No he escrito nada porque no he tenido tiempo de nada.

A principio de semana pasé 3 días de locos, donde entre las 3 noches juntas dormí como 5 horas y algo, para que me diera el tiempo para estudiar todo lo que necesitaba. Sólo aspiro al azulito que corone mi esfuerzo.

Estoy absolutamente absorbida por la U. Incluso mis salidas y otras actividades están supeditadas a ella. Pero esta vez lo estoy haciendo con gusto. Hasta descrestarse por aprender está tomando un saborcillo agradable. Espero que la sensación no se desvanezca en el tiempo, con las ganas que tengo de ser “doc”.

Un amigo estrenó su blog –y lo agrego a mi lista de recomendados- para “desahogar la neura”. Hoy mismo escribió y lo noté bien bolsa, así que lo invité para la casa a tomarnos unos buenos copetes. (Me voy a tomar uno por ti también, Atcha-Fidelia) Estoy pensando si invito a ese amigo enojón del que hablé hace poco.

Durante la próxima semana tendré otro par de novedades, pero las dejaré para después. Espero que de aquí en adelante todo vaya cuesta arriba.

Salud! **Chin-chin**

 
posted by C. at 5:14 PM | Permalink | 0 comments | |
Thursday, October 06, 2005
La nueva casa
Los textos de este blog han sido importados desde "Tiro al blanco". Ahí se encuentran los comentarios originales para cada uno.
 
posted by C. at 6:02 PM | Permalink | 1 comments | |
Los favores de Alguien
Alguien, como muchos de nosotros, tenía una mascota que paseaba cerca de su hogar. Un buen día se encontró con un buen hombre que paseaba a su buena mascota en el mismo sector. Viendo que sus aficiones eran similares, trabaron amistad.

En cierta ocasión, el buen hombre, conversando con Alguien, le explicó que deseaba adquirir otra mascota, pues creía que la suya estaba muy solitaria. “¡Yo sé dónde podemos conseguirla!”, exclamó ella. Dicho y hecho, Alguien conversó con algunos conocidos, y le trajo una linda mascota al buen hombre. Él quedó muy contento con su nuevo animalito. “¡Ahora sólo necesito un vehículo para disfrutar de la playa junto a los pequeños!”

Alguien, al oír esto, recordó a una Tía suya, quien tenía planes para vender un auto de similares características a las que necesitaba el buen hombre. Sin prometerle nada, decidió ayudarlo, para lo cual viajó a la casa de su Madre donde de seguro encontraría a su Tía. Luego, a la hora de la cena, Alguien le contó del negocio que podría beneficiarla tanto como al buen hombre. A la Tía le agradó el acuerdo, y luego de coordinarse con su marido –ya que estaba separada, y el vehículo estaba a nombre de él- aceptó.

La Madre de Alguien, quien había escuchado la conversación, codiciosamente propuso elevar el monto pactado pues se dio cuenta de la necesidad del buen hombre, a quien consideró un hombre rico sin siquiera conocerlo. Alguien, por no polemizar, afirmó que lo intentaría pero aclaró que en el fondo valía la oferta original. La Tía, que estaba escuchando, confirmó todo esto.

Al día siguiente, Alguien telefoneó al buen hombre y le contó que quizás también podría encontrarle un automóvil para pasear. El buen hombre, muy contento, acordó reunirse con la Tía esa tarde. Llevó a su mecánico para que lo asesorara, y luego de toda una tarde de revisiones y de quedar conforme con la revisión, vendedora y comprador confirmaron el monto convenido.

El buen hombre estaba contento con su compra, y Alguien fue feliz pudiendo ayudar a ambas partes. Los documentos de la venta estarían listos al otro día, para que él pudiera estrenar su adquisición.

Alguien se acostó a estudiar. Al rato siguiente, llama la Madre, pidiendo que se anule la transacción. Ella se habría comunicado con el Tío y le habría contado que podía aprovecharse del buen hombre, negándose a firmar de inmediato para lograr más dinero. “El negocio era entre el buen hombre y la Tía, confirmado dos veces con ella. No sé por qué te has metido en todo esto, ni por qué se ha metido el Tío”, alegó Alguien a la Madre, cortando la llamada con rabia.

De la Tía nunca más se supo ni se tuvo explicación alguna.

Con pesar por el buen hombre que había perdido tiempo en su búsqueda urgente por el vehículo, Alguien le comunicó que debía deshacerse lo conversado y los motivos que había para ello. “No te preocupes”, le respondió. “Aunque te había dicho que todo iba no lo habría comprado, pues con mi mecánico continuamos viendo otros autos ya que en realidad no le gustó el de la Tía”. Al día siguiente, se supo que el hombre –ya no tan bueno- había comprado un automóvil más viejo y por más dinero –incluso más dinero del que querían el codicioso Tío y la entrometida Madre- a un amigo del mecánico, quien a su vez recibía parte del dinero de la compra por “asesorar”.

Alguien se frustró. Sabe que no volverá a saber pronto de la Tía, quien, al no tener carácter, esperará que las cosas se arreglen por medio de la Madre o “con el tiempo”. La Madre a su vez, seguramente llamará haciéndose la simpática en un par de semanas, invitando a Alguien a almorzar uno de estos domingos. ¿El buen hombre? Todavía no sabe del auto por el que ya pagó.

No era en absoluto la primera vez que a Alguien le ocurrían este tipo de chascarros. Ella se prometió a sí misma, cansada, no volver a brindar ayuda. Creía que si sólo se dedicaba a conversar tonteras triviales y a pasear a su mascota por el parque, se ahorraría unas cuantas rabias.



Más historias de Alguien –y vaya sí las hay- en un próximo capítulo.

 
posted by C. at 5:49 PM | Permalink | 0 comments | |
Crónica de una amistad anunciada
Llevaba ya enojada un tiempo con un amigo de años. Los roces comenzaron hace casi dos meses, en aquella época en que yo comenzaba a enloquecer en la U, donde, después de un mes de paro y otro mes lleno de enfermedades en que no debo haber ido más de 7 días ese mes a clases, comenzaba a rendir evaluaciones atrasadas. Digamos, unas dos por día, tres semanas sin parar, sábados incluidos. Les suena el término “overburning”…?

Imagínense cómo sería la hecatombe doméstica… y cómo sería mi humor… ¡glup!

Esa tarde, este cabro –bueno, hace rato ya que dejó de ser cabro, pero dejémoslo así, hehe- tuvo la ocurrencia de juntarnos a comer pizza en mi casa. A regañadientes acepté, a pesar del cansancio y de haberle advertido del desastre (aunque creo que nadie podría imaginar el nivel cof cof). Sonó el timbre, entró una caja de pizza seguida de una poncherita poca. Ahí estaba, polera blanca, y buzo plomo claro, los que pronto serían ensuciados sin piedad por mis delicadas perritas… cof cof…

Primero unos incisivos comentarios sobre la hecatombe casera, luego sobre las perras, y por aquí y por allá terminamos comiendo la pizza en silencio para finiquitar con un interminable paseo a las caninas, sin cruzar palabra hasta que él, hastiado, se retiró.

Le mandé un correo contándole lo mal que me había hecho sentir, por esas y otras cosas más, tratando de ser asertiva y firme, pero sin malas ondas. Incluso le pedí a mi pololo que lo leyera, para asegurarme de contar con algo de objetividad. Pero mi mail fue mal recibido, y cortamos todo contacto.

En ese momento me sentía ofendida, y aunque no tenía problemas en disculparme por mis pesadeces, esperaba que el muchachote diera el primer paso. Nunca ocurrió. Y llegó el instante en que tuve que cuestionarme si la amistad realmente valía la pena como para jugármela, considerando que soy muy orgullosa y me cuesta mucho dar “primeros pasos”.

Tuvimos otro acercamiento bien frío por MSN, con mi pololo tratando de interceder a su manera, pero nuestras posiciones no parecían acercarse mucho, y vi que en verdad se podía ir al tacho un amigo de años.

Pasó otra semana.

Una noche estaba leyendo en Internet un artículo de psicología, y hablaban de ciertos estereotipos y personalidades. Entre la información, se tocaba parte de lo que, según mi terapista, formaba parte de mi diagnóstico cuando me dio depresión. Esas frases -en las que no quiero profundizar- calaron hondo en mi cabeza. Supe que muy probablemente no cambiaría nada de este puto mundo -y bien puto que es a ratos- pero que por lo menos quería ser mejor persona.

Me dejé llevar por el arrebato del momento, y como ya era tarde para llamar, escribí un último correo. Le expliqué al muchachote que lo estimo mucho, que en realidad sentía mucho haberlo hecho sentir mal, y que quería limar asperezas de verdad. Que quería darme una última oportunidad para arreglar las cosas, o que el partido no muriera al menos con la pelota en mi lado. Lo invité a un asado. Aceptó.

Cuento corto, el asado “funó” para el día previsto y fue adelantado. Él no pudo ir. No nos hemos visto desde entonces. No sé cómo será ese “encuentro”, pero igual tengo una mezcla de nervios, vergüenza, qué sé yo…

Ya relataré cómo terminó todo, pero sólo espero dejar atrás el capítulo, para poder volver a sentarme con este tipejo y ganarle una vez más en el Need For Speed.



He visto que esto ha tenido visitas y comentarios. Los agradezco mucho. (Hay algunos blogs de visitantes que son demasiado buenos!! pueden llegar a ellos yendo a la sección de comentarios y pinchando sus nicks) Como saben, la sección de comentarios está activada, hay un libro de visitas y el fiel tiroalblanco@gmail.com .

 
posted by C. at 5:48 PM | Permalink | 0 comments | |
None
Hace ya un tiempo he estado pensando en cerrar este blog y crear otro. O cambiar la dirección de este. De hecho estuve a punto de hacerlo hace menos de 2 minutos.



Pero aún no estoy segura.

 
posted by C. at 5:48 PM | Permalink | 0 comments | |
VTR censura desde su trono monopólico
Estoy francamente molesta. Luego de observar con escepticismo la fusión de las dos únicas empresas de televisión por cable, como eran VTR y Metrópolis -considerando el tremendo rol competidor de Sky, VTR Galaxy y ZAP, ja- ahora sólo compruebo lo que todos temíamos.

No llevamos ni quince días de esta bendita unión y hemos visto cómo poco a poco han disminuido misteriosamente las piluchas ardorosas de los fines de semana, y han sido reemplazadas por películas amarillentas. En realidad a mí me da lo mismo porque no las veía -aunque me imagino que quizás polologro las extrañe, hehe- pero no deja de llamar la atención.

Sólo hace un momento pude comprobar "en terreno" que la censura de Metrópolis se ha instalado en nuestra programación. Prueba de ello fue la película Scary Movie que se transmitía a eso de la 1:30 am de hoy, jueves 14, en el canal TNT. Siendo una película de humor, fue tan cortada, que no se entendía su simplísima trama y olvídense de las partes humorísticas, pues fueron absolutamente omitidas.

En Chile los consumidores nunca hemos sido buenos para defender nuestros derechos, y dudo mucho que esta vez ocurra una excepción. Finalmente y como dicen los economistas, problema que es "de todos", en realidad es "de nadie" y el costo "lo paga Moya". En buen castellano, cagamos.



Comentarios airados o resignados sobre el tema en el foro de este humilde espacio, o bien a tiroalblanco@gmail.com ;)

 
posted by C. at 5:46 PM | Permalink | 0 comments | |
Juicios
Estaba (estoy) “conversando” con una amiga en MSN. Fundamentalmente sobre los blogs. Le contaba que me ha estado dando lata actualizar el mío, porque repentinamente se ha hecho “muy público”, y mi idea de un lugar anónimo se fue un poco –un bastante- a la cresta. Incluso tuve que rehacerlo de 0 porque el anterior lo borré sin querer, y aproveché de poner un contador, que tiene bastantes visitas (bastantes para ser una dirección tan desconocida, se supone).

Que lo lea gente que navega por Internet y se topa con este espacio, da lo mismo. Por algo lo publiqué. El problema está en que algunos amigos –y otros definitivamente no tanto- no sólo lo visitaron una vez sino que lo hacen regularmente, y hasta han emitido juicios sobre temas de los cuales no quiero conversar ni mucho menos escuchar opiniones. Léanlo: no estoy ni ahí con que opinen sobre mi pololeo, mi “estado de ánimo”, mis dudas vocacionales o si tengo o no dos perras en departamento.

Me da lata que algunos lo hayan tomado como “el semanario de copuchas sobre la vida de Fulana”…

Supongo que seguiré escribiendo acá, porque me agrada la forma en que se ha desarrollado este rincón, aunque supongo que no con la misma soltura que antes. Habrá que ver cómo se dan las cosas.


Quien desee un Pato "Ñañez" con mensaje rabioso personalizado, q deje su correo en el foro del blog o escriba a

 
posted by C. at 5:45 PM | Permalink | 0 comments | |
ya, ok ok
Ok. He vuelto a la normalidad (es decir, ya pasó una de las pruebas grandes q tengo en estos días) aunque sigo pensando q la vida es un poco ingrata con uno muchas veces cof cof.

Pueden volver a llamarme o contactarme vía MSN sin peligro para su integridad (el q sabe, sabe ;) )

Encontré un link donde salen puros textos antiguos (sin problemas de derecho de autor o algo por el estilo) así que apenas tenga tiempo voy a dedicarme a leer esas novelas cebollentas estilo Wuthering Heights, Jane Eyre y demases, q son definitivamente uno de mis placeres culpables. Después pondré la dirección dentro de los links recomendados de la columna derecha.

Vaya! Mientras navegaba, llegué a un buscador de blogs nacionales llamado "La Ratonera" y estaba recomendado este humilde cuchitril virtual. Aunque la reseña no hace gran publicidad: "Blog de una futura veterinaria que trata de achuntarle al blanco :) ". (hehehe)

Espero pronto tener algún tema puntual que desarrollar. Creo que se me da mejor que estos picoteos o casi monólogos chatísticos.

 
posted by C. at 5:45 PM | Permalink | 0 comments | |
AAAAAAAAAGHHHHHHH
Me gustaría que alguien me dijera con certeza que vale la pena invertir tanto tiempo y esfuerzo en estudiar, perfeccionarse, obtener un trabajo y vivir esos primeros años de inestabilidad laboral, económica y sobre todo personal. Que hay una vida decente después de eso.

Debo ver a mi pololo matarse trabajando día y noche, llegar tardísimo a dormir un poco para comenzar una jornada más y ganar duramente ese sueldo que a veces no es suficiente para las cuentas. Verlo sin fuerzas para llamar a sus amigos y salir, para que hagamos algo más que la rutina diaria, o incluso para terminar ese magister que comenzó con tantas ganas. O encontrarme con ese gran amigo que tiene como cuatro trabajos para llegar apenas a final de mes - a pesar de sus muchos estudios y muchas especializaciones-, que hace días no ve a su pareja a pesar de vivir con ella porque las pocas horas que duermen -y por ende, las únicas que pasan en la casa- no coinciden, y que ya ni siquiera tiene amigos porque se aburrieron de llamarlo y que él jamás pudiera verlos. "Dos meses sin ver a mis padres y no creo que pueda saludar mañana a mi viejo en su día", me decía. "No aguanto más, no puedo seguir así, estoy hecho pedazos..."

Salgo a pasear a las perritas al parque frente a la casa y me encuentro con otros conocidos que ya tienen unos cuantos años más que nosotros en el mismo training desgastador. Licenciados, magísteres y doctoras, mientras pasean a sus mascotas, me cuentan que tampoco les alcanza el tiempo ni el dinero a pesar de que no son sus primeros años laborales, y que sienten que sus vidas son muy afectadas por ello pero que no tienen opción. "Sí pues mi niña", suspiraba una de estas personas, "fuimos al médico el otro día, porque queríamos ponernos en campaña para tener un hijo, y nos dice que para asegurar un embarazo debíamos intimar unas tres veces a la semana como mínimo. ¡¡Tres veces!! Si llegamos tan cansados que con suerte nos alcance con una vez y media cada dos semanas... Creo que una vez más lo pospondremos para más adelante, aunque ya no me está quedando mucho tiempo para embarazarme por la edad..."

Es entonces cuando uno mira a las personas que, ya habiendo tenido una vida completa de trabajo, debieran estar gozando de sus frutos y del bien merecido descanso: la gente mayor. Pero tampoco pareciera ser así. Algunos, como el que fuera conserje de mi edificio, aún deben vivir constantes inseguridades laborales, económicas, personales. Un día conserje, otro día taxista, otro día lo que venga y que de unos pocos e indispensables pesos. O mis viejos que en este momento se ven más sobrepasados que nosotros mismos. Muchos de los viejos de nuestros amigos, lo mismo.

Es cosa de detenerse un segundo a mirar a la gente que pasa en la calle, la micro, el metro. Ojeras, espaldas curvadas, estrés, algún grado de agresividad descargada bajo cualquier pretexto a cada segundo, rutina, soledad y hastío cuando el celular que suena es el propio. No importan los estudios, la edad, el sexo. Sólo rostros agobiados. ¿valdrá efectivamente la pena vivir si es para vivir siempre así?

Tengo rabia, quiero gritar. Si no escribo más, es porque decidí llenar la bañera con agua, sumergí la cabeza y no la saqué más, ja.



Quien quiera aportar con un coscacho virtual o alguna frase o realidad esperanzadora, serán absolutamente bienvenidas por este alicaído espíritu.

 
posted by C. at 5:44 PM | Permalink | 0 comments | |
"Paro indefinido"
Hace 24 horas estaba angustiada. Me sentía “pillada por la máquina” en la U, pero había que poner el hombro, porque mañana tendría prueba, y había que estudiar para otra prueba grande de la próxima semana considerando que me fue mal en la primera prueba de ese ramo.

Como síntomas inconfundibles del comienzo de mi “colapso”, el cigarrillo tranquilizador no hacía más que aumentar mi ansiedad, había comenzado a comer más de la cuenta, y mis deseos de que el calendario se congelara eran cada vez mayores.

Cerré los ojos. Respiré profundamente. Tiré la colilla del cigarro no terminado. Me resigné.

Hoy abrí los ojos pesadamente. Había dormido mal, me había quedado dormida y no había ido a clases, por lo que más encima me comía el remordimiento y había que conseguirse lo que me faltaba para la prueba de mañana. Terrible.

Y vino lo peor. Me paralicé. No atiné ni siquiera a bañarme, levantarme o hacerme algo para comer en demasiado tiempo. Sólo me llevé el plumón de la cama al sillón del living y tomé mi tejido, mientras dejaba que el televisor hiciera ruido ambiental.

Mucho me costó dejar eso de lado, incorporarme y acercarme al computador, donde habría algún compañero amable conectado que me dijera qué me faltaba y me enviara el apunte o resumen salvador. Pero una vez en MSN me puse “no disponible” y me puse a jugar D2. Me desesperaba tanto saber lo mucho que debía hacer, que al final evadía.

Igual que las veces anteriores. Igual que las carreras anteriores.

Unas voces lejanas en mi cabeza –propias, por favor. No soy Sybil…- me recriminaban el no haber ido a clases. El haber faltado varias veces a lo largo de estos dos meses. El haber abandonado mi terapia sin un cierre. Que se congele el tiempo, que se congele el tiempo, que se congele…

Cuando ya mis recriminaciones internas se estaban resignando, y me aprontaba para una estudiada a la rápida buscando una nota mediocre, me llega un mensaje al teléfono: “Hola! Estamos en paro indefinido. No hay prueba mañana ni nada hasta nuevo aviso. Mejórate”.

Al principio no asimilé, pero sentada aún frente al pc fui notando cómo mis músculos se fueron relajando, y casi sentí música celestial mientras el cielo se abría. ¡El tiempo se había detenido! Tal como había estado suplicando con desesperación hacía unos minutos.

Me siento un poco culpable –sí, continuamente me siento así, je- por ver este paro con ojos egoístas en vez de pensar en el verdadero motivo, que es asegurar el financiamiento para la U. Pero el alivio es demasiado grande para detenerme demasiado en este punto.

Así que finalmente podré dormir con tranquilidad esta noche, para mañana ordenar mis ideas y mis cuadernos, y poder tomar con fuerza las riendas de este camino que he decidido emprender.

 
posted by C. at 5:44 PM | Permalink | 0 comments | |
Vaya a su merecido descanso, Karol Wojtyla
Algo recuerdo cuando el Papa vino a Chile el 87. Lo seguimos por todas partes con mi familia, para verlo pasar desde más lejos o desde más cerca, en su papamóvil. (A mis cinco años no podía entender porqué diantres yo no podía subirme al carrito...)

Creo que para malas reseñas de esta católica "de vez en cuando", mejor me voy por el lado sincero. Sólo quiero rendir un minihomenaje a ese gran hombre. Él, sin duda, merece su descanso.





(Si reza por mí de vez en cuando allá arriba, no me voy a enojar... xD)

 
posted by C. at 5:43 PM | Permalink | 0 comments | |
Marzo, marzo. marzo...
Hace demasiado tiempo que no escribo en el blog. Había partido piola, pero después casi se transformó en pañuelo de lágrimas y me anduve aburriendo un poco. Además, es como un espejo y me daba algo de vergüenza leer mis berrinches. Sobre todo, que fueran leídos por “el resto”. (¡sorpresa! Hay gente que ha enviado mensajitos por MSN, correos o se han comunicado de alguna manera, dando sus opiniones sobre este humilde cuchitril virtual, y han sido bastante halagadoras cof cof cof…)

Me fui gran parte del verano a la playa con mis tres mascotas (las dos caninas y el monstruo… muahaha), aprovechando que en casa de papitos no se paga arriendo, decidida a desconectarme 100% de Santiago. Dormí hasta que se me hincharon los ojos, no tenía que preocuparme tanto de las orejudas porque había un patio amplio bien cerrado además de mucha arena y mar, y el ogro poco a poco se relajó. Justo lo que necesitaba.

Eso sí, regresamos un poco antes porque mi vieja, mi tía y mis primas andaban “con la huevá”. Mi tía se separó, quedó sin pega, y se le ocurrió inventarse un puesto de feria artesanal playera jurando que era grito y plata. Torturó a las pobres pendex y a mi vieja, y entre las cuatro se turnaban –y aburrían como ostras- para cubrir las dieciocho horas diarias, donde en ocaciones podían vender, entre todas, cuatro ratonas lucas por jornada…

Así regresamos a nuestra cochina y querida ciudad, taaan contaminada, pero con las pilas más cargadas. De a poco fueron apareciendo los dueños de perros que pasean habitualmente en el parque. Una niña que se nos une a menudo nos contaba que el tipo de la bóxer matona se iba quedando progresivamente solo, porque su perra había seguido atacando otras mascotas y personas. Por otro lado volvía una amiga del extranjero, cuyo perrito es muy amigo de las mías. Lentamente, el sector volvía a la normalidad.

Pocos días después, Ternero me confirmaba la fecha del “mechoneo” en la universidad, para no asistir. Al día siguiente, hice mi debut en la escuela veterinaria. El ogro, más emocionado que yo al parecer, tuvo la amabilidad de ir a dejarme hasta la puerta para enseñarme el camino que debo recorrer de ahora en adelante. Lo despedí en la puerta, y me encaminé con algo de ansiedad hacia la sala de clases. Llegar era fácil, sólo cosa de seguir la masa de gente con pelo desteñido y algunas que otra mancha delatora.

Miré a la masa de futuros compañeros, y nadie me prestó atención. Ingresé a la sala, titubeante, dejé mi bolso y salí con cara de podérmelas con lo que fuera, más que nada para superar la vergüenza de enfrentar tanta gente nueva. Cuento corto, ya había “grupitos” hechos, y terminé acercándome a una niña de Iquique, que en su nerviosismo me contó su vida completa la primera tarde.

Pasó ese día, y el siguiente sin gran novedad. Me había encontrado con el profe que atiende a mis caninas un par de veces, pero aún no veía a Ternero, ni a la que había sido mi compañera en el colegio (y a la que no tenía muchas ganas de ver, porque obviamente me preguntaría qué diantres hacía yo ahí, blablablah…).

Como no hay plazo que no se venza, esa segunda tarde me senté en el paradero mirando si venía el famoso metrobus. De pronto y sin saber porqué, dejé de mirar la locomoción y esperé. Fue entonces cuando vi a mi compañera de colegio cruzando también. La esperé, la saludé, y vino uno de los momentos en los que no quise ni pensar durante las vacaciones. Tragué saliva y le conté que nuevamente me había cambiado. Me miró con ojos de huevo frito y se empezó a reír. Me hizo el típico par de preguntas triviales, tomó aire, se rió de nuevo y dijo: “Noooo, ¡¡si me estai agarrando pa’l hueveo!! ¡¡NOOOO!! Jejeje… es que, perdona, pero estoy impactada… jejeje… ¡pero cómo, cuándo, porqué!”. Me invadió una vergüenza doble: vergüenza por contar la consabida historia, y vergüenza de la situación misma, del ridículo que me sentía haciendo. Es una vergüenza que muy probablemente no termine hasta que le haya contado a mi familia y a mis amigos "la verdad".

Finalmente mis temores se han ido concretando. Pronto mis ex compañeras de curso –siempre tan pendientes y regocijantes de la desgracia ajena-, sus padres, mi estimada madre, y finalmente mi familia se enterarán de las sabrosas nuevas. Muy probablemente vengan unos cuantos dramas varios, pero confío en que, tal como lo señaló el tarot en alguna ocasión (... o_O), este sea un proceso a ratos duro pero dignificante. De una vez por todas dignificante.




¡Comentarios a tiroalblanco@gmail.com ! ;)


 
posted by C. at 5:42 PM | Permalink | 0 comments | |
Cortito y medio sonámbulo
Desperté hace casi una hora con una llamada telefónica. Era un tipo que había estado tratando de ubicarme todo el día para comprar uno de los libros que tengo a la venta en internet, como el de la imagen.

Quedamos de acuerdo para mañana -a estas alturas "más tarde"- y me quedé pegada en el computador un rato, aprovechando de hablar con uno u otro amigo.

Tratando de hacer rendir estos minutos -ahora que soy una ocupada estudiante de veterinaria -, se me ocurrió revisar este humilde cuchitril virtual. Me llevé una sorpresa ya que descubrí, gracias al contador que puse hace algunos días, que tiene varias visitas. Por supuesto me baja la curiosidad por saber quién ha estado echando un vistazo.

Quizás en un afán de interacción, o quizás buscando a los críticos anónimamente sinceros que todo escritor -o "intento de", como en este caso- teme y desea a la vez, agregué un LIBRO DE VISITAS que puede visitarse al pinchar el link de la columna derecha. Con eso me "salto" el sistema de comentarios que trae incorporado el blog, porque he sabido que a más de un lector le ha cortado la inspiración al ser demasiado complicado.

También agregué una imagen de fondo y un reloj ad hoc. Espero poco a poco hacer más amable este espacio.

Ya relataré alguna que otra aventurilla cotidiana cuando tenga un tiempo. Por ahora, sólo sé que estoy exhausta, pero contenta


Como siempre, comentarios a

 
posted by C. at 5:42 PM | Permalink | 0 comments | |
Endocrinólogo
Ayer en la tarde fui al endocrinólogo. Me examinó bastante, y me diagnosticó resistencia a la insulina y cachureos varios. Que muy probablemente en 10 años más fuera diabética. Me mandó a hacer muchos exámenes para confirmar, pero dijo también que era casi 100% seguro que tuviera que operarme, y que la cosa apremia. 8 o 10 millones que dudo tenga alguna vez.
Una amiga de la U, que ubica a la asistente social -ja- de su facultad le habló de mi caso. La mentada señora no le vio futuro a ayudarme económicamente, tanto con crédito o becas para la carrera como en ayuda para la dichosa operación. Que fuera a verla el próx año si quería, para ayudarme a "preparar mi caso" y volver a presentarlo a la asistente de mi escuela.
Tengo que llamar a mi madre, que está esperando le cuente cómo me fue. Siempre ha estado muy preocupada de mi salud. Pero ahora tengo un nudo en el estómago, las lágrimas que me he tragado todo el día -porque no sé porqué me bajó toda la depre- luchan por salir a borbotones, y no me siento capaz de hablarle sin sollozar ni cebollentear todo el rato.
¿Valdrá la pena invertir tanta plata en que estudie y vea mi salud? De repente siento que... bah, olvidémoslo.
 
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Un nudito en la garganta
Tengo un nudito en la garganta y el estómago apretado. Estoy nerviosa. El motivo puede sonar súper trivial y estúpido para quién no me conozca, ni conozca mis circunstancias. Estoy contándole a un amigo que mañana voy a matricularme a Veterinaria en la Chile.

Todo partió cuando mi polologro –ha subido algunos puntos en el ranking como pueden ver, je- me preguntó qué pasaba conmigo, por qué no saltaba de alegría si me había cambiado a la carrera que quería en la universidad que quería. Le conté la verdad –a estas alturas no le maquillo nada, y nos ha funcionado bastante bien-, que estaba aún sorprendida por lo rápido que sucedió todo, y que me funaba un poco el tener que enfrentar a tanta gente sobre mi cambio de carrera. Las caras, los comentarios, las preguntas, los juicios. Sobre todo porque de esta manera mi familia terminará enterándose de todos modos si no les cuento yo misma. Básicamente los fantasmas de siempre.

Polologro me miró y se rió. “¡Tan fuerte de carácter para tantas cosas, pero para enfrentar a gente que poco vez, casi te mueres de vergüenza! Ese es tu problema: te lo tragas todo, callas y vas guardando cosas. Eso no es sano. Anda y cuéntale a tu amigo. Si realmente lo es, se va a alegrar.” Me hizo incorporarme del sillón y me sentó en el computador. “¡Que te llame a la casa para que lo conversen mejor!”, dijo al salir de la oficina.

Me hice un lío para contactarme con el amigo –desde ahora conocido como Ternero-, hasta que le pregunté si tenía que ir a la escuela estos días. Luego le pedí que me consultara sobre el mechoneo. Luego le mandé una imagen donde salía mi puntaje con mi nombre, para que el resto fuera obvio. Mientras se la enviaba, me preguntó si alguien conocido entraba a la escuela. Dejé que solo advirtiera de qué se trataba todo.

Al principio y como era de esperarse, se sorprendió mucho. ¿Qué había pasado con Derecho, si yo había dicho que todo iba bien? Le señalé que no quería darle explicaciones a nadie, que incluso muy poca gente lo sabe. “Pero un resumen”, pidió. Ahí me lancé con mi historia a grandes rasgos. “¿Pero estás segura de que esta es tu carrera?”, inquirió finalmente el autoordeñable Ternero.

Me dio un leve escalofrío por la espalda. A estas alturas es un chiste que se alguien me pida certeza. En cada uno de los pasos que he dado, creí tenerla, pero en cosas importantes me equivoqué desastrosamente. Ahora voy hacia adelante con calma en el corazón, los ojos bien abiertos, y con fe. No me atrevo a apostar ni por lo obvio.

Me decidí por una respuesta estándar para salir del paso, mientras se aflojaba el nudo en mi garganta y el estómago se relajaba. Ternero se despedía felicitándome, y esperando verme mañana en la escuela para darme un tour. Un primer pequeño obstáculo superado con éxito.

…No sé qué pase mañana ni más adelante, pero por lo menos he comenzado a dar los primeros pasos. En el camino he ido ganando en dignidad ante mí misma, y en tranquilidad. Finalmente eso es lo que cuenta.

 
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japi niu yiar
Hace bastante tiempo que no escribo en el blog. Por un lado muestra mi poca constancia y por otro lado es bueno, ya que últimamente sólo lo utilizaba como vertedero mental –o “espiritual” si lo quieren ver desde una perspectiva más… siútica, je- y ya estaba quedando cargado a la cebolla misma.

Aunque no podemos quitarle mérito. Hubo alguna que otra felicitación loca por el estilo narrativo, etc. Un amigo que estudia periodismo –y por cierto escribe muy bien- me decía que lo encontraba hasta “bien redactado”. El máximo piropo fue reconocer la influencia de Marcela Paz en los textos. ¡O sea!

Estoy en época de relajo. De hecho, hace muchos años que no recordaba haber podido descansar así, tan a concho, sin sentirme culpable por nada, sin tener cosas fundamentales pendientes. Es que al final pisé el acelerador, me senté a conversar conmigo misma sin interferencia alguna para sincerarme.

Decidí cambiarme de carrera, y en último minuto dar la famosa prueba por enésima vez aceptando regresar a mi ex casa de estudios, dando ejemplo de que los escupos al cielo sí se devuelven. Decidí que, aun cuando en el momento me diera lata, vergüenza, etc., no podía permitir que me influyera la opinión ajena en cosas fundamentales. Decidí que la opinión de mi familia, súper válida y siempre bien intencionada, sólo iba a tener el peso de una opinión. Decidí valorar a esos pocos pero buenos amigos. Decidí no volver a tenerme lástima, ponerme de pie y comenzar a vivir, como corresponde. Decidí que uno tiene que crecer se quiera o no.

En esta vorágine me encontró el día de mi matrícula. Partí a mi futura escuela, acompañada por mi fiel compañero -el polologro-, con una mezcla de incredulidad, asombro y pocas ganas de querer encontrarme con alguien.

Llegar a la escuela y encontrarme con ese guardia sonriente y bonachón me recordó inmediatamente a la Lilo, mi primera golden, que llevé a la clínica veterinaria ubicada en ese mismo recinto. Me alegré tanto recordándola. Me atrevería a decir que con ella comenzó ese amor a los animales que fui descubriendo.

Seguí avanzando por el pasto y la sombra refrescante. No hace ese calor sofocante del departamento, del “centro”. Me sentí incluso fuera de Santiago, con aire más puro –mejor dicho, “menos contaminado”- nada de ruido de locomoción, nada de gente apurada, nada de stress. Simplemente fantástico.

Llegó un amigo de años que estudia ahí y, luego de felicitarme, nos hizo un tour por la escuela. La encontré tan acogedora. ¡Hasta tiene salamandra una de las salas! Incluso por “la buena onda” nos pusimos de acuerdo para vacacionar unos pocos días juntos. Estuvimos como cinco horas en la escuela, y era tan agradable todo que no nos dimos cuenta.

Tomamos la micro de regreso –ese regreso que tendré que hacer a diario en un tiempo- y de pura felicidad me tomé dos helados de piña. Me sentí más liviana por dentro, casi purificada. Era la mejor manera de partir el año.

A ver qué aventuras se vienen más adelante. Sólo espero que me sienta igual de positiva y purificada cuando esté ante un libro gordo lleno de nombres extraños por memorizar alguna noche tipín cuatro de la mañana, je.



Contacto a tiroalblanco@gmail.com (Prometo leerlo xD)

 
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quien nace trabajólico...
“¿Supongo que para Año Nuevo iremos a tener un tiempo para… nosotros?”, le pregunté al ogro, medio en serio, medio en broma, enrostrándole entre medio que hace como dos meses sólo sabe de trabajos, de amanecerse en el computador o jugando playstation y dormir unas horas de día después de trabajar.

Guardó silencio. Guardé silencio, incómoda. Luego, las palabras parecían salir de mi boca, solas: “¿Qué te pasa? ¿Te gusta otra persona? Porque claramente ya no te gusto, ¿verdad?”.
La respuesta no se hizo esperar: “No, no me gusta nadie más. Es que por mí, yo vegetaría y no haría nada más.”A estas alturas también me había ido a jugar a las famosas carreras de autos, luego de varios fracasos tratando de llamar su atención más temprano durante la noche. Pero su última respuesta me descolocó, y una tristeza incontrolable llenaba mis ojos de lágrimas.

Me incorporé del sillón, musitando unas desabridas excusas, y me fui a acostar. Por último en la oscuridad de la habitación una puede llorar a gusto y desahogarse un poco. Sentí pasos siguiéndome y los maldije mentalmente.

“Tenemos que hablar”, dijeron los pasos atrás mío. “Ándate”, respondí. Luego de llamarme con un par de nombres diferentes al mío, se quedó afuera de la habitación. Me desvestí y me puse pijama. Me acosté, cerré los ojos con fuerza, y en vez de ruido ambiental, escuché con claridad un chirrido de frenos y música electrónica. El ogro, sin inmutarse, se había ido a jugar de nuevo.

Me puse a llorar amargamente, tratando de que la almohada tapara un poco mis sollozos. Pero como nuestra perrita más grande se sube a la cama, la tenía llena de pelos. Tuve que levantar la cabeza para no ahogarme, y lloré sin querer con un poco más de ruido.

El tipo puso en pausa la consola en cuestión, y se levantó. Prendió la luz y trató de acostarse a mi lado, haciéndose el simpático. Le exigí (no mentiré diciendo que fui amable) que respetara mi espacio y se fuera de la habitación. Partió a jugar nuevamente.

Ya una vez que me tranquilicé un poco, me dieron unas ganas locas de escribir, porque para lo único que me sirvió llorar fue para que se me hincharan los ojos, pero el cototo de pena quedó igual. Así que me vine a la mal llamada oficina, a escribir al computador.

Llegó el ogro rezongando las mismas tonteras de siempre, recitándome el mismo rosario de las pruebas, que se le fue la hora, y… no sé qué más. No quise escuchar más. Me puse a leer el foro que siempre reviso. Lo ignoré hasta que desistió y se fue. Me di cuenta de que ya no quería escuchar más excusas baratas que podía recitar de memoria. Noviembre pasó hace rato, y este tipo sigue igual de idiota y cansado. Qué mierda.

Mientras escribía estas líneas resentidas ya de tanto jugársela por nada, medité lo buena idea que era estar demasiado ocupada yo también. Quizás sea extremo, pero si le importara, me imagino que me buscará. O por último, y por sanidad mental, ya nos damos cuenta que nos da lo mismo que el otro no esté.

A ver qué pasa. Y que quien lea las líneas de este blog aprenda que no hay peor compañero para elegir que un profesor, porque le serán excesivamente fieles a su trabajo y lo amarán por sobre todas las cosas, incluso por sobre uno mismo.


 
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Mad Shrek Walking
Debido a cuestiones que supongo ya están medio explicadas en este mismo blog, he estado en la casa este último tiempo. Incluso los últimos días que dediqué a estudiar, estuve acá encerrada.

Como es natural, tomé la primera oportunidad que me convenciera para empezar a salir de “la cueva”. Así que acepté la invitación de una conocida que vive en el edificio, dueña de una perra también, para unirme a un conjunto coral de mujeres. Considerando que he cantado desde básica en el colegio, imaginé que no sería un reto demasiado exigente, pero a la vez me ayudaría a distraerme mucho. Justo lo que necesitaba.

Desde siempre cantar ha sido una vía de escape y de relajación para mí. En el colegio los ensayos se realizaban los viernes en el bloque de la tarde, con lo que se transformaban en la antesala del fin de semana, del descanso. Además, no implica gran esfuerzo físico ni mental, salvo por la concentración (palabras de novata, por supuesto). Y finalmente es algo que siempre me ha “llenado el espíritu”. Es casi una especie de purificación en cada ensayo.

Hoy día llegué de “coro” bastante contenta. No había salido de lo mejor, pero había podido cantar y eso ya bastaba. Durante el ensayo me había llegado un mensaje de texto del ogro, furioso porque la perra más grandecita se había ensuciado con fecas de algún vagabundo del parque. Llegué al rato después, pensando que me encontraría con la comida prometida y con el ogro ya relajado, contándome la anécdota.

Abrí la puerta y me encontré a la perra mojada, tiritando de frío y visiblemente asustada. Apenas se acercó a saludarme mientras esperaba mi reacción a una distancia prudente. La saludé en un tono de broma, pero la perra se alejó aún más. Llego al living y el ogro estaba jugando playstation sin dar señales de querer secarla.

Mientras tomaba el secador para –valga la redundancia- secar a la perra, peinarla y echarla a acostar para que dejara de tiritar, pregunté al ogro porqué estaba aún mojada. “La estoy castigando”, respondió muy convencido. ¿Acaso él no entendería que la perra aunque muriera de frío no iba a comprender qué había hecho mal?

Entre tanto, comenzó a salir un olor a quemado. “Estará cocinando”, asumí. Error. A los dos minutos se escucharon un par de garabatos de aquéllos, mientras unos ruidos se escuchan en la cocina. Se apaga una olla en vías de quemarse, ya sin agua a esas alturas. “Bueno, da lo mismo, la perra se ensució y se le olvidó lo que cocinaba.”, pensé.

Al rato llegan unos platos con unos fideos medio gelatinosos, con salsa de champiñones de extraño color. Los pruebo, pero de verdad no están buenos, a pesar del hambre. No alcancé a preguntar nada y el ogro me cuenta que compró crema y otros materiales para cocinar, pero que los dejó al sol todo el día y la tarde, por lo que terminaron en mal estado. Que por qué yo no los había refrigerado. En mi cabeza sonó un “¡plop!” inmenso con eco y todo…

Tengo unas ganas de llorar asquerosas, hambre e incredulidad por todo lo sucedido. Me gustaría salir al parque pero las perras están aterradas y no se acercan al ogro. ¿Le habrá pegado mucho a la más grande…? Si yo hubiera estado…

 
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The words aren't enough
Siento que hemos recorrido tanto y tan poco camino juntos a la vez desde ese primer día que nos conocimos. Hemos pasado muchas alegrías, y también hemos estado a punto de alejarnos por creer que era lo más sano para ambos pues muchas veces no logramos entendernos. No tenemos certeza de qué nos espera. Y aquí estamos.

Alguna vez pensé que había amado antes, con intensidad, pero esto que siento por ti ahora supera todo lo que he vivido e incluso alguna vez he imaginado. Me hace sentir insegura, porque por ti ya no soy tan independiente de todo y todos como antes. Porque me lleno de emoción de sólo saber que estamos juntos. Porque toco el cielo cada vez que te abrazo. Porque esto no tiene límites…

No me importa lo que venga hacia delante. Sólo sé que quiero hacer camino contigo, y que estaré lealmente a tu lado siempre.

… when the words aren’t enough…

… when the heart isn’t enough…

… when the soul isn’t enough…

Tengo tanto que decirte, pero escribo y borro una y otra vez. No logro dar con palabras que tengan el sentido que busco, se quedan cortas. Mi cabeza se llena de clichés, frases de canciones de todas las épocas, melodías, aromas, sabores.

Finalmente sólo me quedan dos palabras para intentar abarcarlo todo...

Te amo.




 
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Impotencia

Hoy fue uno de esos días en que no debí haber salido del departamento. Esperé apenas a que llegara el viernes porque pensé que podría disfrutar la tarde con el ogro y aprovechar de salir con las caninas al parque. Pero la siesta pesó más que cualquier otro panorama. Así que sólo me quedó hojear un libro añejo de matemáticas y hacer una aburrida pasada por los canales del cable.

Dieron las 21:00. No tenía grandes ganas de salir porque presentí que el tipo de la boxer iba a estar frente a nuestra casa, y como ya han pasado días desde el incidente que tuvimos, iba a estar envalentonado otra vez. Además, tendría suerte si el ogro abría los ojos para dignarse a acompañarme.

Bajé primero con las caninas. No lograba ver muy bien porque había estado mucho rato frente al computador, perdiendo el tiempo. Creí divisar al sujeto en cuestión. Volví a mirar. No, no era él. De hecho era un amigo fleto con el montón de viejujas de los poodles que sale temprano. “Filo, suelto a la más grande y voy atrás caminando con la cachorra.”

Partió adelante a hacer sus necesidades. De repente el ogro, que había bajado, algo rezonga y veo al tipo aparecer entre penumbras, detrás de unos árboles, a pasos de mi perra, con la suya suelta para variar. Para mi sorpresa y por primera vez la amarró.

Por no hacer problemas, partimos a la parte de adelante del parque. Nos dimos cuenta que el amigo fleto nos había "hecho la desconocida" y, lo que más me amargaba, habíamos tenido que corrernos desde el frente de nuestra casa por culpa del sujeto.

El ogro, con ojos inyectados en sangre, miraba con obsesión hacia atrás, esperando que el tipo saliera de la nada. Con sorna le hice ver que le temía al tipo y a la plata que dice tener. Tomando en cuenta también que las leyes no amparan a nuestras perras del ataque de ningún otro animal más agresivo, y si nos llegáramos a enfrentar a algún particular por defenderlas, no sería extraño que termináramos finalmente nosotros fregados, considerando que los “profesionales jóvenes de parque Bustamante” finalmente son todos mantenidos por sus padres, con mucho tiempo libre para denunciar gente, contratar abogados, etc, etc, etc. ¡Qué impotencia! (“… por qué no seré abogado…”)

Al final, por armar conversa, le dije al ogro que el domingo me iré donde mis viejos. Por lo menos, pensé, allá hay un patio donde nadie nos puede molestar, podremos conversar tranquilos, celebrar el aniversario de mis viejos y hasta hay camas para el que quiera tomar siesta. Me respondió que, por su parte, iría a ver a sus papás.

Con este comentario me terminé de amargar. Hace días que vengo esperando el viernes para poder siquiera compartir con él, salir, qué sé yo. Pero siempre hay algo más. O es el trabajo, actividades extra, tener que terminar cosas de la oficina de madrugada y pasar de largo, dormir para recuperarse de las eternas trasnochadas, o lo que sea. Pero bueno, es Noviembre...

Apareció una “amiga de parque” en MSN. Me preguntó si habíamos salido. Le resumí en dos líneas lo que nos había pasado, y sin despedirse siquiera, se desconectó. Me siento como la mismísima mierda. El dicho debería ser: “solos nacemos, solos morimos…”

 
posted by C. at 5:37 PM | Permalink | 0 comments | |
Caída libre (y cómo renacer en el camino)

Hace tiempo que no escribía. Estaba medio “trancada” literariamente hablando. No quería escribir cosas oscuras sobre la salud de mi madre, ni de que a pesar de no estar haciendo nada de mi vida sino estar escondida en mi cueva -AKA el departamento-, no podía conciliar el sueño como correspondía, ni me sentía “en paz”.

Pero de que pasaron cosas, pasaron.

De partida, no fui más al loquero. Me aburrí de ver esa cara abúlica, de sentirme juzgada, no avanzar en la carrera tras mi salud mental y no asumir de una vez que no estaba cómoda con él, cosa que es importante para que una terapia funcione. Ahora ando en búsqueda de uno, y me han salido algunos datos. Un amigo me ofrecía la dirección de una siquiatra que le encantaba porque era joven, sexy y “joteable”. Otra amiga me ofrecía a un Jungiano, doctorado no sé dónde xuxa, decano –o algo así- de la facultad de psicología de la PUC. Que de repente se quedaba dormido en sus sesiones, pero que leyendo el tarot andaba más la terapia. (…!!!)


Después, muerta de susto, decidí inscribir la PSU por enésima vez. Me aburrí de estudiar carreras tradicionales sólo porque puedo entrar fácil en una U tradicional. . Me la voy a jugar –para horror de cuanta gente me conoce- por veterinaria, en una privada y patillas varias. Y si me demoro diez años más, va a ser cosa mía. De ahí me haré una consultita piola y viviré austera pero felizmente.

También estuvo presente el tema de la inflamable relación con mi madre, que estuvo tan asustadamente encantadora mientras pensó que moría de cáncer. Ahora le dijeron que estaba mejor, y que salvo esperar un último resultado de una biopsia lenta que le mandaron hacer, no debería volver a tener problemas en lo absoluto. Ipso facto, volvió a caer la cortina de hierro entre nosotras. Me sentí tan ridícula llorando por ella e inventando mil mandas a mil santos con la poca fe que me queda, para que la situación volviera a la podredumbre de siempre. Y quieren que no le tenga rabia…

Estoy pensando meterme a Tai Chi y acondicionarme de a poco, con miras a volver a mi Taekwondo amado y abandonado. Entrenar como tres horas diarias y morir de cansancio me tenía mucho más sana mentalmente que las mil sesiones de ñoñerío psicológico. La calentura por volver fue máxima cuando, durante el weekend, un amigo me preguntó por ejercicios localizados y lo estuve ayudando. Casi me sentí en mi dojang de nuevo, llena de esa mística que me entregó la escuela tantos años. ¿Cómo se vería mi hija/o diciendo “mi mamá es cinturón negro en Taekwondo”? Y me faltaba apenas un año… ¡Vamos que se puede!

Con el ogro las cosas anduvieron tambaleantes, pero con buena voluntad y unas cuantas conversaciones “de aquellas” nos estabilizamos. Aprovechamos que estuvimos hace poco de aniversario para “arrancarnos del mundo” y “pololear” a concho de nuevo. ¡Lo pasamos tan bien! Fue quebrar ese mito que dice que estando mucho tiempo con la misma persona TIENES que aburrirte a los pocos años.

Por lo menos el “terrible Noviembre” del ogro ya comenzó, y él se ve bastante mejor que los años anteriores. Ya se viene el verano, y el verdadero descanso. A ver qué pasa con los cambios que de a poco estoy realizando. Muero de susto pero ya me aburrí de vivir encerrada.


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Estamos en los descuentos?
Tengo tanta rabia que en vez de ganas de abrazarte cuando llegues tengo ganas de golpearte. No tienes derecho a tratarme así. Tú y tu triste extensión de falo llamada sueldo...

Hace días vengo pensando que si alguna vez el bote estuvo haciendo agua gravemente, esta es la más seria de las veces. Que ya nos tenemos absolutamente saturados y que no nos estamos aportando, sino aportillando. Que no quisiera esperar a que nos odiáramos para terminar si fuera necesario hacerlo porque nos la jugamos tanto en su momento. Que sé que no volveríamos a vernos si termináramos, y me da pena.

Pero creo que poco nos queda ya, cuando dejas entrever lo que opinas de mí al exigirme sacar las cosas del depto en una tarde y que te deje las llaves. Que no me vas a mantener un mes más si terminamos. ¿Quién mierda se supone q soy? ¿Tu penitencia? ¿La minoca de turno que mantienes? ¿Cómo pudiste pensar que me quedaría un mes viviendo a expensas de un ex? Cariño claramente queda poco, y de la admiración que debiera existir por el otro en una pareja, no queda nada. Cero respeto.

Es cierto que no me he esforzado en mantenernos respeto, ni cariño, ni nada. Que la culpa es tan mía como tuya. (Sí, ya sé que en tu cabeza juras q lo das todo por nada. Lo que sea). Pero fui honesta desde el principio cuando te dije que no me sentía lista en muchos sentidos por la podredumbre interior que arrastro. Es la única cosa que me deja tranquila dentro de lo mal que lo he hecho.

Por lo menos ahora mi viejo compró auto y podrá ayudarme a llevar mis cositas en caso que sea necesario. Porque no doy más y tenemos que conversar. Que termine en lo que termine este asunto, pero que de verdad sea lo mejor. Ojalá Dios aclare mi cabeza para decidir lo que de verdad es mejor para ambos.

Una lástima. Sobre todo porque ya parecía estar encontrando mi camino por fin.

 
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Baby BOOM!
El tema de conversación más habitual hoy por hoy entre mis conocidos y amigos es ser padres, y francamente estoy entre saturada y molesta a estas alturas. Como ejemplos, voy a poner los dos casos más “cercanos” que me ha tocado ver en estos meses, para que se vaya entendiendo un poco.

El primer caso nació hace cosa de una semana o algo por el estilo. El papá es un tipo de unos 30 años que pololeó como 8 años con una niña, y cuando se fueron a vivir juntos se mandaron a la mierda en un mes. Él se dedicó a pasarlo bien hasta que conoció a la mamá, una tipa de unos 28 años que decidió que ella sería la mujer de su vida y que él le tendría tanto amor que pasaría de ser un Negro Piñera a un esposo ejemplar.

Básicamente no llevaban ni un año de pololeo bastante errático, y ella simplemente dejó de tomar anticonceptivas como 3 días sin avisarle al susodicho. Después andaba asustada y “tan segura” de que estaba embarazada. Al tipo se le cayó algo de pelo y el mundo encima, porque ni siquiera su trabajo era estable pero era suficientemente bueno para lo que él necesitaba.

Lo veíamos paseando al perro fácilmente a las 3 a.m. desde nuestro balcón, sobre todo cuando ella tomó sus cosas y se instaló en el departamento de él, invitando a cuanto amigo y pariente se le ocurrió entre medio, comentando lo feliz que estaba porque “decidimos vivir juntos”.

El segundo caso fue una pareja, ambos de 21 años, sin ningún tipo de estudios. Él, luego de pasearse por más carreras y universidades que quien les escribe, descubrió que tenía vocación loca por ser uniformado. Ella vivía con sus padres, a veces iba a entretenerse de cajera al local de sus abuelos y se dedicaba a… llamar por teléfono cada 5 minutos al pololo.

Desde que la conocimos, andaba con el cuento de vivir juntos con el muchacho en cuestión, irse lejos de los padres de ambos a un departamento, lo obligó a comprarse el perro caro que ella quería y hablaba de guaguas hasta por los codos. Apenas la conocí le dije a mi pololo: “Dale menos de un mes y lo caza”.

¡Bingo! Hoy tenía una llamada perdida a las 2 a.m. y volvió a sonar mi teléfono después de almuerzo. Era este “cabro”. La “polola” tiene 5 semanas de embarazo, ella ya le había avisado a todos con bombos y platillos, les van a comprar un departamento lejos y se casan en dos semanas. Como consecuencia de esto, él ya no puede postular a la escuela de oficiales como quiso toda la vida, anda buscando trabajo como loco y en estos momentos los suegros deben estar arreglando los detalles de “la gracia”. Supieran “lo fácil” que es vivir juntos, ¡Ja!

A mí me sorprende esta oleada de mujeres jóvenes, con buena “facha” y con buenas posibilidades de estudios o trabajo, desesperadas por amarrar al hombre de sus caprichos a cómo dé lugar, esté él de acuerdo o no. Las frases “las pastillas fallaron” o “ella se cuidaba pero algo pasó” y “habrá que ” eran lejos las más escuchadas por estos lares.

Yo esperaba situaciones similares de mujeres jóvenes humildes, que por falta de educación y cuidados, terminaban de esta manera. Pero féminas con inteligencia y educación de sobra, manipulando las situaciones para que todo parezca coincidencia y así forzar, por medio de hijos no deseados, intentos de familia, me parece cuando menos patético. ¿No se les ocurrirá que los tipos, ahogados –porque son siempre tan controladoras- , seguramente las van a “chutear” cuando revienten de frustración?

En fin… como se ven las cosas, el género femenino en ocasiones se merece los gruesos epítetos que recibe.

Si tiene un migranol para mi jaqueca, pañales para donar, o algún comentario, haga click en comments, o envíe un correo a tiroalblanco@gmail.com






 
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Paréntesis cegolla (AKA Memories)
Estaba hablando con un amigo recién. Le presenté a una amiga y según entiendo se cayeron bien, salen pa varias partes y todo o.k. Yo le digo que se la juegue porque ella es super buena persona, etc. Él se ríe y me dice “¿y qué quieres? ¿Que llegue onda “hola muñeca, aquí está tu macho”?”. Sin pensarlo le respondí “¡¡síííí!!”.

No alcancé a terminar de reírme, cuando me vino una imagen a la mente y me puse roja. Igual que ese día. Me dio ascensorcito en el estómago, y me emocioné como hace muuuucho tiempo no me pasa...

Me junté con unos amigos hace fácil 5 años. Plaza Italia, fuera del teatro de la Chile. Me acuerdo perfecto. Tipo 22:00 de un sábado de invierno. Nos fuimos “el lote” a tomar unos traguitos a un bar por ahí cerca.

Dentro de la gente, éramos 5 mujeres, de las cuales una niña que pololeaba con alguien del grupo, junto con la mejor amiga, se fueron tempranito. Y éramos como veinte. ¡Glup!

Recuerdo que frente a mí se sentó un tipo francamente estupendo. Como a mí me gustan. Delgado pero no flaco, más alto que yo, muy buena pinta, indiferente con nosotras –a diferencia del montón de jotes que revoloteaba alrededor nuestro- y esos ojos... ufff... ¡no tengo palabras para describirlos!

Me quise hacer la cool y le pedí un cigarro con cara estudiado de semi aburrimiento. Me acercó la cajetilla y cuando estiré la mano para sacarlo, la alejó y mirándome directamente a los ojos, me dijo “un cigarro por un beso”. Y sonrió. Quedé con la mano estirada, me puse roja, y mi corazón comenzó a latir a mil por hora. No podía ser verdad. ¿¿¿Semejante mino me decía eso a MÍ, pobre mortal??? WOW!!!

Desde ese entonces me tuvo rendida a sus pies fácil 2 ó 3 años. Me hacía bromas del mismo tono siempre, y yo siempre me emocionaba a concho, no podía responderle, se me cortaba la respiración... De sólo acordarme me arde la cara nuevamente.

Pero llegó otra tipa al grupo, que le tincó, en un principio. Yo estaba ya enganchada, me dolió que de la nada cambiara sus bromas y afectos de golpe por ella, y me alejé del grupo fácil un año. “Total... hombres hay tantos”.

Una de las niñas de ese primer encuentro era compañera mía de universidad en ese entonces. Así que siempre supe a lo lejos cómo estaba la cosa. Hasta que me enteré –lo que son las malas lenguas- que la niña en realidad no le gustaba al muchacho en cuestión porque era gordita, no era su tipo, dramas varios.

Me la jugué y reaparecí en escena. Con un año más de experiencia (y varios pinches a mi haber en el intertanto cof cof) llegué en gloria y majestad. Él me llenó de halagos y ahora fue la otra niña quien sufrió lo que yo había sufrido antes. Pero me dejé querer y coqueteé descaradamente esta vez. “Total, qué pierdo.” Él me invitó a su facultad –éramos compañeros de universidad a todo esto- como desafío, a ver si “cara a cara” seguíamos con los comentarios comprometedores.

Me las arreglé –tenía prueba al otro día, la irresponsable- y partí. Me senté al lado de unos pilares y saqué cínicamente un libro de cálculo, jurando que estudiaría algo. De repente lo vi llegar con unos amigos a la puerta de la facultad. Miraba constantemente hacia la puerta, donde supuestamente íbamos a juntarnos. Lo espié fácil 20 minutos desde detrás del pilar.

Al final se dispersó el grupo y él volvió a la biblioteca. Ahí tomé aire, me levanté, y lo hablé. Se detuvo y sonrió. Me derretí y me volví a derretir por dentro mientras luchaba por mantener mi cara de cool por fuera.

Me mostró unos textos que estaba estudiando –iba a dar luego su examen de grado- y luego me hizo un mini tour por el campus. A mí poco me importaba el paseíto y sólo esperaba mis 5 minutos para jugármela. Pero él no mostró mucho más interés. De hecho estando los dos solos se volvió más bien bromista pero de una forma ...tímida.

Pasaron tres horas, y partimos a juntarnos con unos amigos a otro bar del lugar. Pedimos unos tragos, y mientras esperábamos, le volvió lo galán delante de la gente. Me abrazó, me tomó la mano y me acercó a su pecho, con sonrisa de campeón. Me puse tan nerviosa –dicho sea de paso, después haberle negado y recontranegado a todos que me gustaba- que me llegué a levantar del asiento y le dije que era suficiente, entre risas nerviosas y mejillas sonrojadas.

Al poco rato el tipo dijo “ya, las ocho, me voy”. “Tan pronto”, pensé desilusionada. Hice un último intento de jugármela y pregunté si alguien quería cigarros porque iría a comprar una cajetilla a un kiosko cercano. “Esta es la mía”, me dije.

Finalmente me quedé con una cajetilla de cigarros que me duraría fácil mes y medio después, y un “chaíto que estés bien”. Envenada, como se dice.

No me comuniqué con él en mucho tiempo más. Incluso me puse a pololear con el ogro en ese período, o sea desconexión total del tema.

Volví a saber de él cuando llevaba un mes justo de pololeo. Ahí, entre broma y broma, le dije, ya sin pelos en la lengua, que lo encontraba absolutamente guapo. Eso desencadenó una especie de confesión por parte suya, donde juró que me encontraba ultra atractiva (¡¡...yo!! ¡¡... YO!!), que le gustaba desde hacía mucho tiempo y que me invitaba a salir, ambos solamente, para probar suerte de una vez y con las cartas sobre la mesa.

Quise matarlo. Quise llorar. Quise gritar por la injusticia. Le dije inmediatamente que estaba pololeando con mi mejor amigo y que lo sentía mucho pero que había pasado su media hora. – A pesar de los consejos de algunas de mis amigas jojojo- Primero no supo qué hacer. Acto seguido, me felicitó. Y entre conversa y conversa me dijo que no le importaba ser “patas negras”, que mi pololo no tenía por qué saber si no le decía.

Me dio una ira atroz. Malditas injusticias de la vida. Sobre todo porque después nos contactamos por teléfono, internet, etc mucho más seguido que todas las ocaciones anteriores en que me había interesado y yo era “soltera”.

Seré mal genio, llorona, arrebatada, lo que quieran. Pero soy fiel como un perro. Así que con el dolor de mi alma le dije que por favor ya no me llamara, no me ofreciera las mil maravillas que debió ofrecerme antes. Que siempre lo iba a encontrar estupendísimo. Que tal vez, si más adelante nos volvíamos a encontrar, ambos sin compromisos...

Creo que una vez más volvió a llamarme. Tipo 3 am como siempre ha sido su costumbre. –Ahhhh!! (suspiro) me encantan los detallitos y las sorpresas como esa- Pero esta vez contestó mi pololo, enojado por la hora. Él colgo y después me mandó un mensaje, diciendo que se había acordado de mí. Incluso me contó que estaba pololeando con una niña que había conocido hacía un tiempo. (¡Plop!)

¡Qué recuerdos más lindos! Realmente espero que le haya ido bien con esa persona. Y espero que me vaya bien a mí también. Ja.

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Histérica
Ando apestada. No voy a negarlo ni a hacerme la light o la buena onda. Tal cual...

Mi perra anda en celo. Su primer celo. Según los cálculos del veterinario, el fin de semana pasado iba a pasar lo más terrible, porque ella iba a estar receptiva y cuanto macho hubiera en kilómetro a la redonda iba a estar en la puerta de mi casa. Ya, filo, total fui yo la que no le quiso enchufar anticonceptivos, así que aperro.

Nos fuimos a la playa, aprovechando el auspicio automovilístico de mis padres que también fueron para allá, nuestro otro perro incluido. Todo super bien. Incluso con el perrito aullando, rasguñándonos la puerta en las noches, y desde adentro del dormitorio mi perrita linda tratando de salir. “Linda naturaleza”, sonreí con ruidito, haciéndome el ánimo, durante esos días.

Pasó esta semana y todo bien. Igual mi perra salió poco porque yo he andado hueveada. Además, los perros eran correteables. Filo. Hoy día –hoy noche- salí al parque como todos los días, vi a un amigo y nos pusimos a conversar. Había una vieja con una beagle y otra con un poodle sicótico que desde que conoce a mi perra se la ha tratado de montar de todas las formas imaginables. Pero como no estaba en celo esas veces, daba lo mismo. No se le ocurrió a mi cabeza de pájaro que esta vez sería diferente.

Llegó un perrito callejero que acababan de botar. De hecho tenía placa con teléfono y nombre: “Tau Tau”. No había bajado con celular así que no pude llamar a los dueños. Se entusiasmó con mi perra y se quedó en los alrededores. Llegó otro perro, mezcla de cuanto perro conozco. También se quedó. Así se quedaron unos cuatro perritos tan desagradablemente amistosos. (No, no amistosos. Asquerosamente hornies.)

De repente miré para el lado. Mi perra estaba a unos diez metros, cola hacia el lado y con el galán mezcla-de-todo listo sobre ella, sin querer bajarse. Corrí como pude y lo saqué. El bicho bailaba en el aire y juraba que estaba teniendo el mejor sexo.

Cuento corto, estuve todo el rato alejando galanes. Hasta que volvió de su paseíto la señora del poodle ninfómano. Sin considerar por un segundo mi situación, dejó a su perro tratando de montar a la mía. Me vi luchando con 3 ó 4 perros más encima, y la vi a ella tan contenta, que me enojé, y le pedí con la poca educación que me quedaba que se corriera con su perro. Haciendo otro tanto, me corrí unos 15 metros, amarrando a la canina, y sentándola a mi lado. Llegó la señora con su cara sonriente a soltar al perrito al lado mío. De hecho su cadena me raspaba la pierna porque el perro más tiraba mientras yo más me corría. La odié, exclamé un enfurecido “¡Me la llevo! ¡No es posible (tanta estupidez)!”.

Llegué al departamento. Desperté al ogro –que anoche no durmió y a las seis de la tarde se desmayó al llegar de mal humor del trabajo- para que me acompañara, y para que se levantara y preparara sus clases para mañana. Volvimos al parque y los perros andaban entusiasmados aún, pero llegó un amigo que tiene un pitbull y los espantó. Lo amé. Pero el pitbull tratraba de montar mi pierna, a mi perra, la pierna del ogro, a mi perra de nuevo... Uff.

Me senté, agotada, en una banca. Se sentó el ogro a mi lado con la perra mal afirmada con la correa. Un integrante del fans club perruno estuvo a punto de montarla y el ogro por supuesto no hacía nada. Le dije, ya francamente molesta y cansada, que alejara al perro con el concho de buena educación que me quedaba. Él no encontró nada mejor que tildarme de histérica frente al dueño del otro perro, reírse en mi cara y no hacer nada.

Pasó un rato en el que lo único que quería era venirme para el departamento. Tenía rabia y mucha pena. La maldita palabra retumbaba en mi cabeza. Histérica. Histérica. Histérica.

Nos despedimos al fin del dueño del pitbull y nos vinimos. El ogro me enreda las piernas con la correa de la perra y trata de cortarme el paso, haciéndose el simpático. Lo corté con una frase dura, y entré por fin. Él, como cada vez que hace una estupidez y no quiere pedir perdón, se fue a dormir taimado, sin decir una palabra. Como ya es habitual, estoy aquí frente al computador con ganas de llorar y de perderme en el infinito. Seguramente mañana habrá otra flor de quinientos pesos chorreando mi teclado.

A veces me cuestiono seriamente si esto es lo que llaman amor. Porque no lo parece.

Estoy tan cansada...

 
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Fideos para dos

00:44. 23 de Septiembre.
Hace un año exacto mi primera cachorra estaba agonizando en la casa. Tres horas después estaba enterrada en el patio y yo tenía un dolor que en mi vida había sentido. De esos que llaman dolores del alma. Imposible dejar de mencionar algo que para mí marcó tanto. Lilo, siempre vas a estar en mi recuerdo...

Hace cosa de quince minutos estaba en la cocina. Revolví entre el desorden, saqué unos platitos limpios, servicios y una olla piola. Herví agua y cociné de esos fideos de 3 minutos que salvan muchas vidas estudiantiles, je. Para ser más exactos, dos porciones de fideos. Luego, abrí una lata de lomitos de atún en agua para acompañar. Algo livianito para la noche, considerando que sólo había comido unas papas fritas a media tarde y que él no había comido nada tampoco.

Sentí pasos en el pasillo y cerré la puerta de la cocina. No quería que el ogro –ya no más “Fulano”- viera lo que estaba haciendo. No era gran cosa pero quería darle una sorpresa, porque hacía poco habíamos tenido de aquellos encantadores roces que terminó con él viendo tele en la oscuridad del living y conmigo en internet buscando algún perro, que le prometí hace días a mi hermano.

Partí a la cocina. Mientras terminaba de sasonar los fideos, sentí pasos al fondo del pasillo. “Qué bueno, se volvió a los computadores. Se le tiene que haber pasado”. Tomé los platos con algo más de ánimo –hoy fue un día de mierda- y cuando llegué a la “oficina”, la vi vacía. Se había acostado sin decirme ni una palabra. Y me quedé por supuesto con los platos calentitos, humeando aún.

Automáticamente le dejé su plato en su escritorio, como si el tipo fuera a levantarse y a comer tan contento, y me serví el mío. Los fideos estaban a punto, los condimentos y la combinación con el atún le daban un saborcito especial... pero por algún motivo había un sabor amargo en cada cucharada. Me siento podrida. Super incomprendida, y cada vez menos querida...

Rebobinemos.

Hoy, como siempre, no me levanté para ir a la universidad. A estas alturas ya ni la alarma pongo, ni mucho menos me preocupo de “la ropa para mañana”. Soñé puras tonteras durante una semisomnolencia que no me proporcionó descanso. Desperté más cansada que antes de acostarme. Luego de estar en el pc no sé cuánto rato –a veces abro los ojos y han pasado horas- llegó el ogro, rabioso pero contenido, de la pega.

Le señalé una caja de papas fritas con pollo para que se calentara de almuerzo tardío, mientras me envolvía en una frazada a ver tele en el living. Definitivamente me sentía pésimo. Pero como él jamás respeta mis momentos “conmigo misma”, tuvo que tirarse arriba mío, pincharme como mil veces con sus dedos en los brazos, la espalda, etc. a pesar de que otras mil veces le he pedido que no lo haga, y al final como no entendía que yo quería tranquilidad, le hice un comentario duro, "a pito de nada". Se calmó por fin. Sí, se enojó. Se fue a los computadores.

No lo pensé un momento y me acosté. No quería saber del mundo. Ni siquiera tuve ánimo de bañarme o sacar a mi perra a pasear. Mucho menos iba a estar aguantando al ogro mal genio por causas que no tienen nada que ver conmigo. Lo siento, son esos días en que el mundo me supera y me gustaría alguien que de verdad se preocupara para conversar.

Se fue a tirar encima mío a la cama de nuevo. No dije nada, no valía la pena. Pero me corrían las lágrimas que iba absorviendo la almohada. Sólo al sorbetear, ya muy necesitada de pañuelos desechables, él se dio cuenta de que me sentía mal. Cómo no, comenzó una de aquellas conversaciones... “¿No vas a ir más a la universidad, verdad? No te exijo que lo hagas, pero hazlo por ti. Sólo quiero que me quieras. –sonrisa con ruido- Aunque para el proyecto de vida que necesito, requiero alguien profesional porque con mi puro sueldo no me va a alcanzar. ¡En todo caso no necesitas estudiar para ganar un sueldo! Pero necesito saber que quieres tener estas metas conmigo...”. Nuevos sollozos sobre la almohada, y un “basta” en mi garganta que jamás llegué a decir. ¿Qué saco? Si deben ser puras verdades. Suyas, pero verdades al fin y al cabo.

Mi única verdad en este momento es que quiero morir. Mal que mal no pedí nacer. De hecho fui de esos niños-condoro. Hasta pensaron abortarme pero no sucedió tal. Ahora quiero desvanecerme. Qué ironía, ¿no?

El ogro continuó su discurso por supuesto. “Piensas en ser abogado y te da lata verte vestida de trajecito encerrada en una oficina. –Touchè- Te pasó lo mismo con Ingeniería Comercial. Ambas, actividades muy lucrativas. Pero no quieres ser ni lo uno ni lo otro. A ti te gusta la la vida del veterinario. ¿Por qué no estudias veterinaria...?”. En este momento dejé de escuchar lo que me decía y una pequeña luz se abrió sobre mi cabeza. Uno de mis secretos mejor guardados es que me nació una vocación tardía pero muy intensa por los animales, sobre todo al poder convivir de cerca con ellos. Pero me invadieron mil miedos. Oí en mi cabeza a mis profesores diciéndome lo tan humanista que siempre he sido. Cómo botar otra carrera más, tradicional y en una de las mejores universidades del país, beca y crédito de por medio. Que tenía promedio 7 en todo menos en biología, y química, uno de los fuertes de veterinaria. No sería correcto siquiera pensarlo, ¿verdad?... ¡¿verdad?!

Al final el ogro me convenció de mandar a todo el mundo a la cresta. “No estudies por los demás ni te dejes influir, porque cuando uno está a las 4 de la mañana con puras ganas de acostarse y debe seguir estudiando, esas personas no estarán quemándose las pestañas contigo. Te veía de excelente empresaria o abogado, pero si esto te hace feliz, veré si se puede pagar un cambio de carrera. Total, te atrasarías un año más. Este que no hiciste”. Algo de razón debo haberle encontrado, porque busqué en internet y mandé mis datos. Fulana de Tal, PAA y PSU rendidas, con ponderaciones sobre 740, y notas de la Media 6,6.

Quienes me conocen saben que ya estudié dos carreras antes. Le rejuraba a todo el mundo en cada una de las oportunidades que era lo mío. -Quise convencer a mi inconciente- Mi puntaje y mis notas de niña matea me respaldaban. No sé qué pasó entre medio. Mi sicólogo dice que he estado buscando distintas formas de protección, tanto en las artes marciales, mi forma de ser, y otras tantas cosas. Las carreras son parte de este círculo vicioso supuestamente. Ingeniería Comercial me daba un bienestar económico que me brindaba seguridad. Derecho, aun cuando no me fuera tan rentable, me daba herramientas para protegerme de cualquier cosa judicialmente. Pero eso no significaba que me gustaran.

Además, ¿qué cresta haría yo en veterinaria? (... tantas, tantas cosas. Amo los animales, y me nace una vocación de servicio imparable con ellos...) Si ya me miraba raro la gente cuando sabía que me había cambiado de carrera y de U, ahora no sé qué vendría. No quiero tener que verle más la cara a nadie. No quiero seguir dando explicaciones. Quién sabe qué terminaré haciendo. Según el ogro, la idea de tirarse del 8vo piso no es factible. Lástima.

Finalmente las dos personas que iban a regalarnos perros para mi hermano se retractaron con excusas baratas.

Se me deshincharon los ojos y los labios, y ya boté el montón de confort lagrimeado del piso.

El plato de fideos con atún se enfrío finalmente, al lado de la cama del ogro que ronca tan tranquilamente. El mismo ogro que dice no poder dormir cuando estamos peleados.

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Métetetuplataporla---

Plata, plata, la puta plata. No compra la felicidad pero sin ella no puedes pagar un arriendo ni cuentas varias, comprar comida, o vestirte decentemente.

Todo empezó cuando salí con la bendita frase: “-Necesito plata... Veinte lucas, por fa”. El resto fue como una reacción en cadena. La cara de dolor de estómago y de cansancio, y el meterse a internet para sólo confirmar que seguramente volveremos a gastar más de lo que tenemos fueron instantáneos:-"¿Y para qué?"- preguntó mientras se desparramaba en la silla del computador.- "Bah, yo sabré."- contesté con una sonrisa y ganas de jugar, sin haberme percatado antes de las señales ya descritas que de golpe se hicieron tan evidentes.

¿Qué quería que le dijera? ¿Que recordé las mil veces que hemos llevado un plumón a los sofás del living cuando vemos tele porque nos da frío, y que por eso le mandé a hacer una frazadita abrigada con sus colores favoritos que se convierte en cojín, y que de paso ayudamos a una amiga que necesita plata?

Pero como dice Papelucho, cuando uno espera una catástrofe no pasa nada y cuando uno espera que lo feliciten queda la escoba. Así no más es. ¿Habrá sido pariente de Murphy?

Yo, la muy bruta, continúo enfrascada, sin pescar mucho: -“Encontré en internet unos tipos de Vitacura que venden más barato el alimento de los perros. Casi diez lucas más barato el saco de 15 kilos. Estoy pensando en comenzar a ahorrar, sobre todo si vamos a comprar la cachorra para el verano...”- “Tú estás muy embalada con el asunto de la perrita y no has considerado que quizás no podamos comprarla, ya sea porque no nos alcance, o porque los vecinos del edificio nos hagan algún otro escándalo por la Tita. ¿Se te ha olvidado que mis meses de “vacas flacas” son en el verano?¿Qué recién ahí voy a saber qué me espera en marzo?"- se atragantaba hablando a todo escape.- “Sé perfectamente lo que se viene. Sé perfectamente lo que habíamos conversado sobre la cachorra”- me empecé a picar maldisimuladamente- “Sé también que, aunque no la compremos, necesitamos ahorrar plata, porque como va la cosa, seguramente te van a echar de la pega. ¿Acaso mi pecado es querer ahorrar unos pesos?”.-“No, si está bien”-se suavizó el ogro- “Es que sé que no has considerado que un perrito es comida cara, vacunas... ¡Uff! Además, ¿Has cobrado el cheque que te dieron el otro día? ¿Vas a ir? ¿Alcanzas a ir? ¿...Vas a querer ir?”- subió el volumen de nuevo.

Me sentí super mal. ¡Claro que hace días vengo pensando que el verano se acerca! Que en vez de ser la época de vacaciones agradables, se nos vienen preocupaciones económicas. Cómo será que ni siquiera me pude ir a la playa todos los días que quise a la casa de mis viejos para el verano pasado, y que partí el año sin querer hacer nada porque no descansé nada.

Todavía no empiezo a hacer nada. Y es Septiembre. ¡Qué cresta!

Se fue a trabajar. Volvió al rato. No le habían pagado. Nuevo encontrón por el tema del cheque que no he ido a cobrar. Terminó con un “Tú sabrás si cobras el cheque o no. No tengo plata para dejarte. ¡Tú te las arreglas!” y un portazo que retumbó en el edificio completo.

Todo este show por querer tener otra perra, y por haberle mandado a hacer la frazada que pensé que tanto le gustaría. ¡No quiero ni pensar qué va a pasar cuando sepa que mandé hacer un cobertor para la cama con un juego de sábanas!... ¡Baaah! ¡A la mierda!

No puedo dejar de recordar a mi vieja cuando se queja, desde que tengo uso de razón, del mal genio de mi papá. Pensar que siempre lo compadecí por aguantarla y a ella la idioticé en mi mente por no entenderlo, a él, mi papito lindo. Voy a pasos agigantados a convertirme en otra integrante de las “mujeres alteradas”. A lo Maitena. Y sin anestecia.

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