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Thursday, October 06, 2005
Caída libre (y cómo renacer en el camino)

Hace tiempo que no escribía. Estaba medio “trancada” literariamente hablando. No quería escribir cosas oscuras sobre la salud de mi madre, ni de que a pesar de no estar haciendo nada de mi vida sino estar escondida en mi cueva -AKA el departamento-, no podía conciliar el sueño como correspondía, ni me sentía “en paz”.

Pero de que pasaron cosas, pasaron.

De partida, no fui más al loquero. Me aburrí de ver esa cara abúlica, de sentirme juzgada, no avanzar en la carrera tras mi salud mental y no asumir de una vez que no estaba cómoda con él, cosa que es importante para que una terapia funcione. Ahora ando en búsqueda de uno, y me han salido algunos datos. Un amigo me ofrecía la dirección de una siquiatra que le encantaba porque era joven, sexy y “joteable”. Otra amiga me ofrecía a un Jungiano, doctorado no sé dónde xuxa, decano –o algo así- de la facultad de psicología de la PUC. Que de repente se quedaba dormido en sus sesiones, pero que leyendo el tarot andaba más la terapia. (…!!!)


Después, muerta de susto, decidí inscribir la PSU por enésima vez. Me aburrí de estudiar carreras tradicionales sólo porque puedo entrar fácil en una U tradicional. . Me la voy a jugar –para horror de cuanta gente me conoce- por veterinaria, en una privada y patillas varias. Y si me demoro diez años más, va a ser cosa mía. De ahí me haré una consultita piola y viviré austera pero felizmente.

También estuvo presente el tema de la inflamable relación con mi madre, que estuvo tan asustadamente encantadora mientras pensó que moría de cáncer. Ahora le dijeron que estaba mejor, y que salvo esperar un último resultado de una biopsia lenta que le mandaron hacer, no debería volver a tener problemas en lo absoluto. Ipso facto, volvió a caer la cortina de hierro entre nosotras. Me sentí tan ridícula llorando por ella e inventando mil mandas a mil santos con la poca fe que me queda, para que la situación volviera a la podredumbre de siempre. Y quieren que no le tenga rabia…

Estoy pensando meterme a Tai Chi y acondicionarme de a poco, con miras a volver a mi Taekwondo amado y abandonado. Entrenar como tres horas diarias y morir de cansancio me tenía mucho más sana mentalmente que las mil sesiones de ñoñerío psicológico. La calentura por volver fue máxima cuando, durante el weekend, un amigo me preguntó por ejercicios localizados y lo estuve ayudando. Casi me sentí en mi dojang de nuevo, llena de esa mística que me entregó la escuela tantos años. ¿Cómo se vería mi hija/o diciendo “mi mamá es cinturón negro en Taekwondo”? Y me faltaba apenas un año… ¡Vamos que se puede!

Con el ogro las cosas anduvieron tambaleantes, pero con buena voluntad y unas cuantas conversaciones “de aquellas” nos estabilizamos. Aprovechamos que estuvimos hace poco de aniversario para “arrancarnos del mundo” y “pololear” a concho de nuevo. ¡Lo pasamos tan bien! Fue quebrar ese mito que dice que estando mucho tiempo con la misma persona TIENES que aburrirte a los pocos años.

Por lo menos el “terrible Noviembre” del ogro ya comenzó, y él se ve bastante mejor que los años anteriores. Ya se viene el verano, y el verdadero descanso. A ver qué pasa con los cambios que de a poco estoy realizando. Muero de susto pero ya me aburrí de vivir encerrada.


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posted by C. at 5:36 PM | Permalink | |


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