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Thursday, October 06, 2005
Impotencia

Hoy fue uno de esos días en que no debí haber salido del departamento. Esperé apenas a que llegara el viernes porque pensé que podría disfrutar la tarde con el ogro y aprovechar de salir con las caninas al parque. Pero la siesta pesó más que cualquier otro panorama. Así que sólo me quedó hojear un libro añejo de matemáticas y hacer una aburrida pasada por los canales del cable.

Dieron las 21:00. No tenía grandes ganas de salir porque presentí que el tipo de la boxer iba a estar frente a nuestra casa, y como ya han pasado días desde el incidente que tuvimos, iba a estar envalentonado otra vez. Además, tendría suerte si el ogro abría los ojos para dignarse a acompañarme.

Bajé primero con las caninas. No lograba ver muy bien porque había estado mucho rato frente al computador, perdiendo el tiempo. Creí divisar al sujeto en cuestión. Volví a mirar. No, no era él. De hecho era un amigo fleto con el montón de viejujas de los poodles que sale temprano. “Filo, suelto a la más grande y voy atrás caminando con la cachorra.”

Partió adelante a hacer sus necesidades. De repente el ogro, que había bajado, algo rezonga y veo al tipo aparecer entre penumbras, detrás de unos árboles, a pasos de mi perra, con la suya suelta para variar. Para mi sorpresa y por primera vez la amarró.

Por no hacer problemas, partimos a la parte de adelante del parque. Nos dimos cuenta que el amigo fleto nos había "hecho la desconocida" y, lo que más me amargaba, habíamos tenido que corrernos desde el frente de nuestra casa por culpa del sujeto.

El ogro, con ojos inyectados en sangre, miraba con obsesión hacia atrás, esperando que el tipo saliera de la nada. Con sorna le hice ver que le temía al tipo y a la plata que dice tener. Tomando en cuenta también que las leyes no amparan a nuestras perras del ataque de ningún otro animal más agresivo, y si nos llegáramos a enfrentar a algún particular por defenderlas, no sería extraño que termináramos finalmente nosotros fregados, considerando que los “profesionales jóvenes de parque Bustamante” finalmente son todos mantenidos por sus padres, con mucho tiempo libre para denunciar gente, contratar abogados, etc, etc, etc. ¡Qué impotencia! (“… por qué no seré abogado…”)

Al final, por armar conversa, le dije al ogro que el domingo me iré donde mis viejos. Por lo menos, pensé, allá hay un patio donde nadie nos puede molestar, podremos conversar tranquilos, celebrar el aniversario de mis viejos y hasta hay camas para el que quiera tomar siesta. Me respondió que, por su parte, iría a ver a sus papás.

Con este comentario me terminé de amargar. Hace días que vengo esperando el viernes para poder siquiera compartir con él, salir, qué sé yo. Pero siempre hay algo más. O es el trabajo, actividades extra, tener que terminar cosas de la oficina de madrugada y pasar de largo, dormir para recuperarse de las eternas trasnochadas, o lo que sea. Pero bueno, es Noviembre...

Apareció una “amiga de parque” en MSN. Me preguntó si habíamos salido. Le resumí en dos líneas lo que nos había pasado, y sin despedirse siquiera, se desconectó. Me siento como la mismísima mierda. El dicho debería ser: “solos nacemos, solos morimos…”

 
posted by C. at 5:37 PM | Permalink | |


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