Por fin estoy disminuyendo el ritmo de mis actividades, o por lo menos cambiándolas por otras de mayor ocio. Cambio mis libros y cuadernos por bronceador, una toalla y alguna buena novela. ¡De vacaciones!

Antes de irme le encargué la casa a un amigo que casi se mudará acá por cosa de un mes. Está mega contento porque tendrá cable, “monas piluchas” casi todos los días a partir de cómo las 20 en esos canales tipo 50 y algo, onda i-sat; además, le dejé cloro y alguicida para la piscina, y banda ancha para que se divierta. Le faltaría una pura esclava que le diera uvitas en la boca, jeje.

Entremedio de mis preparativos de viaje me contactó una compañera de colegio, de aquellas que estudiaron conmigo los 12 largos años. La última vez que nos vimos, aún no vivíamos en la casa actual. Me hizo una visita bien extraña, donde no me habló casi nada salvo para mostrarme su extrañeza porque esperaba que tuviéramos “un pasar más ajustado” y cuando se fue a pesar de que habíamos acordado que alojaría con su pololo, desaparecieron unos cubiertos -¡sí, hablo de tenedores y cuchillos!- que estaban puestos para la cena que íbamos a servir, sin dejar rastro. Luego de todo lo anterior le perdí el rastro hasta hace cosa de una semana, que no dejaba de enviarme mensajes por MSN pero nunca me ubicaba, así que arrastrada por la curiosidad un día le hablé. Básicamente estaba aburrida en su casa haciendo su tesis y jugando a la mamá, ya que había tenido una hija hace cosa de dos meses. Me llegaron poco sutiles indirectas por haber sido “tan mala amiga” al no haber ido a conocer a la primogénita o haber mostrado interés alguno en su situación. Por un momento me dio lata, porque es cierto que no mantengo contacto con compañeras de colegio, pero comentando la situación con otro par de amigos, me decidí por despacharla y mantenerla ignorada en mi lista de contactos.

Por otro lado, nos dio un ataque vacacional, y hasta corrimos el cumpleaños de mi media toronja quince días para poder disfrutar de 20 días en la playa. A su madre se le contó una historia de trabajo de verano por “buenos morlacos” para que no nos odiara, ya que había avisado con mucha anticipación que se encargaría de la celebración sin posibilidad de aceptar negativas.

Tengo otras novedades, pero las iré relatando a medida que vayan ocurriendo. Supongo que acompañadas de las reacciones de las personas correspondientes serán más sabrosas. Felices vacaciones a los que gozan de ellas y una sacada de lengua a los que se rieron de mí mientras tenía clases en diciembre y enero, jeje.