Esta vez corresponde a mi vilipendiada y manoseada vocación. Veo a la gente tan segura en sus caminos, poniéndole tanta fuerza y avanzando, a veces lento, pero seguro. Y me miro, sintiéndome estancada, casi auto-saboteada. ¿Tendrá que gustarte TODO lo que haya en tu camino para que realmente sea el que te corresponde? Ante un posible “sí” como respuesta, tiemblo. Busco personas que apoyaran un “no” y no las encuentro. ¡Cuánta inseguridad!

Hasta ahora. Ingresé al blog de Anaztra. Quería saber de sus pasos, y aprovechar de dejarle un mensaje por su cumpleaños. Me encontré con que la Ale, su hermana, y Juan Carlitos, un gran amigo y nuestro padrino/testigo de matrimonio, que ya están en el fin de sus carreras y a pasos del mundo laboral, hablaban de sentirse culpables, de la eterna incertidumbre que los acompaña, y que aún así se han acojonado y le han puesto el hombro a lo suyo.

Me sentí reconfortada. De pronto el sentirse acompañada en la duda da fuerzas. Sobre todo porque son personas que cuentan con mi respeto. Sobre todo porque las cosas no han salido como hubiera querido desde un principio. Sobre todo porque ya poco y mal dormía en las noches, devorada por la incertidumbre. Sobre todo porque mi vida puede dar un completo giro en unos meses. Sobre todo porque no me queda nada más que esperar…